domingo, 1 de junio de 2014

La Niña De La Lacena



Hacía varios días ya, que habíamos cambiado de una ciudad, aun pueblo cercano. Pues mi padre estaba sin empleo y lo llamaron por que había una vacante en ese lugar, era una vida nueva para nosotros, nueva casa, nueva escuela, sin embargo cuando llegamos a la casa, tenía un aspecto anticuado y como si tuviera años que nadie la habitaba, sinceramente me atemorice un poco.



Esa misma noche cuando estaba costada sentí un fuerte golpe, era como si se cerrara fuertemente la puerta, una y otra vez. Con temor baje las escaleras, y vi que estaba abierta la puerta de la lacena me acerque con cuidado y no había nadie, pero sentía que alguien me observaba detenidamente, me atemorice mucho y subí a mi habitación.



Al amanecer no dije nada quise pensar que fue solo ideas mías.  La noche siguiente y a la misma hora, el reloj se detuvo (3:00 am)  sentí el mismo fuerte golpe, que venía de abajo. Mi cuerpo se paralizo y no daba para moverme, de repente sentí unos pasos que corrían fuerte mente hacia mí. Cuando  sentí una mano fría que toco mis pies, quise gritar pero no pude, me jalo fuertemente hacia debajo de la cama. No pude ver nada todo estaba tan oscuro en la habitación.



Saque fuerzas, y corrí sin mirar atrás hacia la habitación de mis padres. Les conté lo que me había ocurrido pero no me creyeron dijeron que fue solo una pesadilla. Trataron de calmarme. Pero estaba muy alterada, sabía que había sido real.



Al día siguiente me fui  a la escuela, mi padre fue a su nuevo trabajo.  Mama quedo sola en casa.



Al llegar las 3:00 de la tarde salió al patio trasero a recoger la ropa que estaba colgada, cuando iba entrando sintió el mismo sonido que yo había sentido, como si golpearan fuertemente una puerta una y otra vez, ella con temor camino lentamente hasta llegar a la lacena y vio que esta estaba abierta, miro hacia todos lados , pero estaba sola, cuando llegue de la escuela ella muy asustada me comento lo que había sucedido, espero ansiosa a mi padre para comentarle, pero él no le creyó.



Esa noche, ni mi madre ni yo podíamos dormir, estábamos atemorizadas, y esperando a cualquier cosa, llegaron las 3:00am mi corazón latía cada vez más rápido, sentimos la puerta otra vez, ella entro a mi cuarto y me pidió que la compañera a bajo. 



Mientras bajábamos las escaleras la misma mano fría me agarro los pies fuertemente y caí de las escaleras, no pudimos ver que fue, lo que me agarro pero si vimos una niña que corrió hacia la lacena, nuestro corazón latía cada vez más rápido mientras nos acercábamos. 



Al momento que nos acercamos e intentamos ver si la niña estaba ahí, sentimos un grito fuerte y estremecedor, mi padre bajo las escaleras corriendo y pregunto ¿qué está sucediendo? cuando vimos que la niña estaba detrás del, era horrible estaba tenía un cabello largo negro y sus ojos eran grandes y negros, puedo recordarla perfectamente, ella nos miró fijamente mi padre Cuando la vio grito fuertemente y corrió hacia donde estábamos mi madre y yo.



 Ella caminaba lentamente hacia nosotros, queríamos movernos pero no podíamos, no sé qué nos impedía hacerlo, era una fuerza sobre natural, de mi boca salió esta frase “Dios todo poderoso” eso la enfureció mucho y empezó a tirar a mi madre por toda la casa, estaba desesperada, solo podía llorar, y tratar de detenerla, pero todo fue en vano, mi madre murió, ella se reía y se reía al ver nuestro sufrimiento. De ahí continuo con mi padre. 



No quise esperar que viniera por mí. Corrí sin parar todo estaba oscuro, las calles solas, estaba lloviendo. Ella corría demasiado rápido era un demonio, yo le gritaba que me dejara en paz, que me dejara en paz, pero ella me decía con una voz desgarradora que podía gritar todo lo que quisiera que nadie me escuchaba. No sé cuántas horas corrí.



 Me detuve al ver una iglesia, entre corriendo en ella. En ese momento al sentir mis gritos el padre salió corriendo a ver qué estaba sucedido, cuando quise contarle ya la niña estaba detrás de mí. Y empezó a alzarme por toda la iglesia de un lado a otro me tiraba con gran fuerza, al caer al piso quede inconsciente, cuando desperté estaba en un hospital del pueblo. Desperté muy agitada y quise moverme pero no pude, mis piernas no reaccionaban. Fue un momento desesperante para mí, no aceptaba que estaba inválida. Así pasaron varios días, sola y desconsolada en el hospital.

Con el pasar de varios días El padre fue a visitarme al hospital, pues no había nadie más que lo hiciera, le pregunte qué había sucedido con ella, con la niña, el me miro y me respondió “ella está donde siempre ha debido estar”.

Elaborado por Maira Montero

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